Ya salta de evidente (para quien alguna vez entró a chusmear, digo) que de todas las cosas para hacer, a mí la que más me gusta es ir al teatro.
Este sábado terminé temprano una cena entretenida con amigas por Almagro y antes de tomar el 92 o el 128 que me dejen en casa crucé (porque la parada está justico en frente) al Camarín de las Musas para ver si encontraba algo que alargara un poco más mi salida.
Había humedad y amenazaba lluvia. Y en casa no había nada en la heladera (nada sería: ni helado ni cerveza ni coca cola ni chocolates), asique mejor, plan B directo. Y fue ese preciso pensamiento el que me llevó al Camarín.
La cosa es que revisado postales encontré la que me gustó. A veces elijo una obra para ver porque me gusta la postal. Si la postal tiene algo que ver con la obra, entonces seguro que algo de la obra me va a gustar. Bueno, seguro no... Pero a veces pasa...
Hay que aclarar que en el Camarín de las Musas, a eso de las 23 daban sala tres obras. Sí. TRES. No sé qué quiere decir, pero, objetivamente es un montón de teatro. Tres obras a las 23 hs de un sábado, en la sala del OFF más pro de Buenos Aires (con perdón de la expresión) es un MONTÓN DE TEATRO. Supongo que no es bueno ni malo, pero es un MONTÓN.
Digo que hay que aclarar porque si no vas a ver algo puntual, que ya sabes lo que es, hay que encontrar un criterio para seleccionar qué ver. Y el mío, el sábado a eso de las 23 fue la postal.
ESTA FUE LA QUE ELEGÍ.
EN LA PARTE DE ATRÁS DICE ESTO:
El cisne es el protagonista de una de las historias más indescifrables del mundo animal. Una vez que encuentra pareja, se une a ella de por vida. Bellos, largos y orgullosos los cisnes no emiten sonido durante toda su vida. Sólo rompen su mudez cuando están a punto de morir. En ese mismo instante, cantan de una manera armoniosa y casi mágica. El resto de los cisnes saben de qué se trata, y guardan una suerte de respetuoso reconocimiento mientras su compañero está despidiéndose de la vida con ese único canto. La escena puede durar unos minutos, después de los cuales el cisne morirá y el lago seguirá siendo el mismo, con un silencio roto solamente por el chapotear de los animales. La pareja del cisne muerto se alejará del lugar, separándose de todos los que fueron sus compañeros, y nunca más se sabrá de ella.
La obra: El Cisne, de Felicitas Kamien.
Bueno... son las 23.15... Hago la cola (hay mucha gente)... como a las 23.30 finalmente dan sala. Bajo un escalón, otro, paso la cortinita y de repente: CHAN. Una casa. La mejor síntesis de casa que vi. Como un laberinto para hamsters aparecen el living, la cocina, el baño, la pieza, la puerta de salida, el pasillo... lo digo aun sabiendo que voy a fracasar en la descripción, y que no tiene ningún sentido que alguien (alguno de ustedes, queridos y queridas lectores y lectoras) llegue a captar lo que estoy tratando de decir. Hay que ir, y verlo.
Y sí . . . eso, por si solo, al menos a mi, me predispone genial. Ver una escenografía que no solo clarifica el mundo en el que circularán los personajes sino que además aporta lenguaje es un golazo.
Bien . . . ya sé que es de esas que pasan en una casa. Y, por lo que dice la postal parece que algo o alguien está a punto de morir.
¿De qué habla la obra de Felicitas Kamien?
En principio diría que habla de algo. Y eso, para la escena porteña es decir mucho. En oposición a esas obras en las que no se cuenta nada, en las que vemos un momento en la vida de unos que están ahí (ni mejor ni peor, solo a modo de característica), aquí hay un suceso claro, particular, absurdo por momentos, cruel en otros, inteligentemente extremado por parte de la directora.
Y ahora pregunto de nuevo: ¿De qué habla? De vínculos, de afectos, de lo femenino, del amor, de la vida y la muerte, de los recuerdos, de las desmemorias.
Lo valioso de la obra, (según yo), es, en todo caso, cómo esos temas universales aparecen aquí planteados a través de la relación particular de los personajes, de los vínculos específicos de estos seres que podríamos ser cualquiera, pero no, porque son ellos.
Y ahí se vuelve también particular el espacio que habitan, esa casa que podría ser cualquiera, pero que es esa, y aporta singularidad, al igual que la música, y el vestuario.
Y si pregunto de qué habla la obra, es porque me voy con la sensación de que hay tantas respuestas como público. En todo caso, nadie se va ajeno. Y eso es seguro así. Es una experiencia aparte escuchar a la salida cómo la gente toma partida por tal o cual personajes.
Las actuaciones son sólidas, contundentes, y expresivas, llenas de matices y poesía. La actuación de Mariana Cavilli se destaca por su contundencia y sensibilidad . . . eso, por no decir que la descose.
Una linda obra para ver el sábado.
AQUI PEGO LA FICHA TECNICA:
Actúan: Victoria Cipriota, Mariana Cavilli, Marta Haller, Carolina Milli y Alexis Cesán.
Escenografía: Florencia Polimeni y Esteban Brenman
Asesoramiento escenográfico: Mariana Tirantte
Realización: Mariano Sivak
Vestuario: Estrafalaria
Diseño de sonido: Javier Bustos
Iluminación: Eduardo Pérez Winter y Adrián Grimozzi
Producción: Carolina Milli y Felicitas Kamien
Diseño gráfico y fotos: Xavier Martin
Prensa: Carolina Alfonso
Asistencia de dirección: Antonella Carrillo y Shira Nevo
Director asistente y codirección actoral: Diego Cremonesi
Dramaturgia y dirección general: Felicitas Kamien
El Camarín de las Musas: Mario Bravo 960. TEL: 4862-0655
1 comentarios:
El cisne es, sin vuelo, predecible a full, la disposición escenográfica esta bien, funciona pero no convivía directamente con la obra, podría serlo para otras del tipo'familia con problemas'y no se ve que la metáfora zoológica del cisne sea co-sustancial con el relato familiar, podría no estar presente y funcionaría igual. Muy simplista.
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